Respuesta: sobre la democratización

Internet surgió con la promesa de democratizar la información. Sin embargo, cuando pensamos en esa democratización en cuanto al contenido periodístico, encontramos que comienzan a haber trabas para el acceso al contenido de mejor calidad. Si ante internet, las dinámicas periodísticas se han modificado y por ejemplo la existencia de la prensa física y tradicional se ve amenazada y obligada a migrar a la web, me interesa preguntarme qué tan democratizada estará la información periodística en un futuro. ¿Será el periodismo el responsable de romper la promesa de la democratización de la información en internet?

La pregunta surge, claro está, de ver que algunos medios de reconocida calidad periodística como The New Yorker o The New York Times cobran a los lectores que quieren tener total acceso a la información producida por el medio. De ahí, precisamente que el director del The New Yorker, David Remnick, haya dicho en una entrevista: “Creo que podemos estar muy bien informados solo con un portátil. Pero necesitas un portátil y una tarjeta de crédito, porque todo no puede ser gratuito”. Y es precisamente lo que genera dudas frente al ideal de la democratización de la información en internet. ¿Qué porcentaje de la población tiene acceso a un portátil y a una tarjeta de crédito?, sin duda, no es la mayoría.

Pero para responder a esta pregunta inicial considero necesario hacer dos aclaraciones. La primera tiene que ver con establecer la diferencia entre la información periodística producida por un equipo de redacción, que requiere un trabajo de reportería y de campo, en contraste con la información sobre noticias que cibernatas del común producen a diario en redes sociales.  Respecto a mi pregunta, me estoy refiriendo al primer tipo de información. La segunda aclaración tiene que ver la independencia y libertad del contenido. Cuando hago la pregunta por la democratización de la información, me estoy refiriendo precisamente a la capacidad de acceso al contenido que está libre de alto contenido publicitario y que no está comprometido con el poder o con grupos económicos específico.

Pero en esta última aclaración es en donde está, desde mi perspectiva, el verdadero debate: el sostenimiento de un medio y calidad de su contenido Vs. la accesibilidad del contenido al público. La solución para muchos ha sido el cobro por el contenido y para otros la técnica, cada vez más cuestionada, de la publicidad invasiva.

Concuerdo con que hay contenido que en tanto cuesta hacerlo, no puede ser gratis. Pero también es inminente que hoy hay una  “masiva transferencia de lectores de la web a los teléfonos móviles, así como aparición de nuevos dispositivos portátiles y amenazas recientes como los bloqueadores de publicidad, junto a la instalación de la cultura de la gratuidad”, como dijo este año Antonio Caño, director de El País de España. Ante esto se hace evidente la migración de lo impreso a lo digital, pero también la necesidad de requerir ingresos para poder sostener ese periodismo de calidad que se quiere brindar a los lectores; hecho que de alguna manera pone en jaque la “utopía” de la democratización de la información, que enfrenta límites inevitables cuando se trata de su materialización. Límites que solo algunos han logrado superar acudiendo a formas de financiación basadas en la consecución de fondos de sostenimiento, a través de instituciones y organizaciones interesadas en apoyar proyectos afines a sus ideales —lo que en algunos casos puede poner en riesgo la independencia—. Además, está la técnica bien llamada “Hermanitas de la caridad” que consiste en recaudar donaciones por parte de los lectores. Sin embargo, desde mi punto de vista, estas son estrategias que si bien han funcionado, no garantizan ser del todo viables y por eso aún puede hacer falta mejorar estas técnicas hagan realmente sostenible el contenido independiente y de excelente calidad.

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